Conocimiento
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Artículo
“Se llama Edith, su mirada serena se enmarca en el negro de un rímel demasiado grueso y corrido, su rostro castigado delata su madurez. Le acompaña Alejandro, apenas días de vida, sano y tranquilo, pero frágil, muy frágil. Les observo sin ellos saberlo. La luz del sol acaricia sus cuerpos. El color de las rosas del claustro inunda mis retinas pero me invade un sentimiento de absoluta vulnerabilidad. Veo en ellos la imagen de la exclusión social más severa, la más cruel. Y percibo un halo de inmensa soledad”.